Los mejores cerebros de la comunidad científica y la industria farmacéutica andan enfrascados en la investigación de un fármaco eficaz contra la obesidad. Hasta el momento, lo único que se sabe que de verdad funciona es la dieta saludable y la actividad física. Dicho esto, el CBD o cannabidiol también ha dado muestra de un potencial prometedor para ayudar a perder peso. Desgranamos las diferentes vías de estudio sobre el uso del CBD para adelgazar para que te vaya sonando. La cuestión no es baladí: tres de cada 10 habitantes de este planeta tienen sobrepeso, una condición que se asocia a enfermedades como la diabetes, el síndrome metabólico, los trastornos cardiacos y respiratorios y algunos tipos de cáncer.

El vínculo del CBD con la obesidad se encuentra en el sistema endocannabinoide. Este conjunto de receptores del cuerpo humano se distribuye entre el cerebro y el sistema nervioso central (CB1) y el sistema inmune (CB2). Pues bien: las investigaciones han hallado que la activación varía entre personas según su peso (especialmente, el CB1 que se sitúa en tejidos grasos y, si se activa, promueve el apetito, la ingesta de comida y refuerza los sentidos del olfato y el gusto), por lo que acercarse a ellos se ha convertido en un modo más de entender la obesidad. En concreto, la ciencia aspira a que el CBD pueda llegar a modularlo: no bloqueándolo, pero sí suavizando su mensaje.

CBD para adelgazar: ¿de verdad reduce el apetito?

Aquí los estudios son contradictorios. Se han reportado algunos casos de aumento del apetito en ingestas prolongadas de CBD, aunque a niveles muy bajos. Según los estudios, lo más probable es que la reacción sea individualizada, y dependa desde de la genética al tipo de producto consumido.  Lo poco que se ha investigado en humanos ha dejado ver que los consumidores de marihuana tienen un índice de masa corporal más bajo. Sin embargo, no se ha estudiado aparte el CBD ni dirimido si esta relación es o no de causalidad. En cualquier caso, lo que sí está claro es que el efecto ansiolítico del CBD es un hachazo al hambre emocional: cuando tenemos estrés, comemos más y productos de peor calidad.

Grasa parda, ven a mí

No todo el tejido adiposo es el demonio. La grasa blanca o mala, que suele almacenarse en la circunferencia de la cintura, es la más asociada a enfermedades cardiovasculares, mientras que la marrón o parda cumple un discreto papel protector, además de acelerar el metabolismo en reposo (las calorías que quemamos simplemente por respirar). Por ello, los estudios que apuntan a que el CBD o cannabidiol transforma la grasa mala en grasa buena son tan esperanzadores. Falta investigación en humanos.

El CBD y los desórdenes metabólicos asociados al sobrepeso

Otra interesante línea de investigación ahonda en el papel que el CBD juega para bajar el riesgo de diabetes tipo 2, la hipertensión y el colesterol alto, dolencias vinculadas al exceso de peso. Una revisión en Cannabis and Cannabinoid Research  se ha encargado de recoger datos para el optimismo, como que un tratamiento con CBD redujo el colesterol total en un 25% en ratas con obesidad. Su acción antiinflamatoria, también avalada por los estudios, hace pensar en su potencial para disminuir los niveles de azúcar en sangre y aumentar los marcadores de salud del hígado.

El CBD es seguro y no provoca ningún tipo de adicción, según todas las autoridades sanitarias. Así, aunque ningún producto de esta sustancia se puede publicitar como «para perder peso» (que no te engañen), hay razones para el optimismo en el CBD para adelgazar y ningún motivo para tener miedo a ir probando con su uso. Eso sí: no vale hartarse a pasteles después.